Cuando la pandemia empezó en marzo, se sabía que el Gobierno iba a tomar las primeras medidas de manera instintiva y sin uso de razonamiento analizado en profundidad para proteger a sus conciudadanos. Todas las fases y decisiones fueron comprensibles hasta que se le cedió a cada respectiva comunidad autónoma el mando del poder a tomar ciertas decisiones a la hora de permitir o restringir derechos.
Enfocándome en Cataluña, fui partidario de que el Gobierno central cediese la competencia de sanidad, pero el miedo que tenía con la Consellera Vergès era equivalente a 300 pulsaciones por hora. El motivo es claro; ¿Qué puedo esperar de un Govern y una consellera que se han dedicado a lo largo de toda la legislatura a invertir miles de euros de la sociedad catalana en chiringuitos y delegaciones independentistas y que por la gracia de dios Josep Borrell actuó?
En tantos meses solo se han visto vergüenzas históricas que en una pandemia de estas características no deberían permitirse:
- Una NASA catalana que ha costado más de 18 millones de euros a todos los catalanes cuando los hospitales están siendo desbordados según expertos.
- Siguen abiertas las cuentas de la AMI en donde llegan fondos de varias subvenciones municipales.
- Plenos monográficos para debatir la institución monárquica que rige en nuestro país cuando quedaba apenas unos meses para la vuelta a las aulas y aún sin medidas para garantizar la seguridad.
La lista podría ser mucho más larga, pero lo que me ha parecido más “gracioso”, es como han abusado y utilizado las llaves que desde Madrid se cedieron para confinar y desconfinar, abrir y cerrar recintos, etc… Analizando las diferentes órdenes durante los anteriores meses, se encuentran ciertas incoherencias que la sociedad ha pedido mil explicaciones, como por ejemplo:
- ¿Se permite el uso de transporte público sin restricción de sillones, pero prohíben a una gran cantidad de horas la abertura de los bares y hostelería?
- ¿Abren centros comerciales, pero prohíben el deporte al aire libre? (a nivel de futbol, baloncesto…)
- ¿Aplican toque de queda y confinamiento municipal en toda la comunidad, y luego hay una escasa organización por parte de los Mossos de Esquadra entre distintos municipios que por tanto afecta directamente al conceller Buch?
- ¿Proponerse rescatar económicamente a Cataluña ofreciendo una página web oficial de la Generalitat donde los autónomos puedan pedir la ayuda, y que al cabo de poco tiempo se colapse y no lleguen a una gran parte de autónomos ese dinero prometido?
- ¿Permiten un puente de diciembre totalmente en libertad cuando se estaba advirtiendo que eso conllevaría a una tercera ola muy difícil de luego detener?
Con tantas contradicciones dichas y llevadas a cabo principalmente a lo largo de la gestión de la pandemia solo se me ocurre poner el mérito de un término que me he inventado con total lógica: el “llaverismo”.
Solo un cambio permitirá sentido común y sensatez en una situación preocupante y que todos los catalanes y catalanas necesitan ya.